Yo tenía una papa y la quería.
La llevaba del brazo a todas partes.
Cuando me casé estaba conmigo.
Al divorciarme sólo a ella la llevé.
Cuando yo llegaba del trabajo
saludaba moviendo sus hojitas
y preguntábame, tímidamente,
si la dejaba tener una flor.
Fuimos juntas a votar por Frondizi.
Y juntitas lloramos nuestro error.
Y ahora que todo está cantado...
¡Coca-Cola refresca mejor!
Y después recorrimos medio mundo
volando bajito en un avión.
Ella era una planta de papa
y en el Vaticano tenía un familiar.
Se asomaba peligrosamente por la ventanilla.
Saludando una por una a todas las papas del mundo.
Agitando su echarpe de tierra.
Y en un mal momento se cayó en Saigón.
Yo tenía una papa y la quería...
Yo tenía una papa y la quería...
Yo tenía...
Una papa.