Es tan bonito y nada especial,
algo insignificante.
Es anodino y habitual.
Es sólo ese café,
de las diez,
que algunos llaman el tentempié.
Es tan superfluo, es tan normal,
es tan irrelevante.
Algo pequeño, intrascendental.
Es sólo el edredón,
de algodón
cuando me tapo hasta el cuello.
¡Zas! Será sólo un instante.
¡Es más! algo insignificante.
¡Es! Eso que ves, no tiene más.