Viento que viene del Sur,
fue su ardor de muchacha.
Polen moreno en su piel
y en su voz, la fragancia.
Trajo el aroma feliz
de la flor de su patio.
Ganas de darse y vivir
desvelaban sus manos.
Sé que el poeta la amó
y la puso en su canto.
Y que su canto lloró
cuando la vio partir.
De Buenos Aires morena...
ojos de llama y milagro.
Fraguas de besos que entregan
sus labios quemando...
Cuando regresa hacia el Sur,
ni los besos le alcanzan.
Relampaguea de amor
y el adiós la desangra.
Hay que robarla del Sur
y a la vida llevarla.
Darle a la noche la luz
de su risa robada.
Sé que el poeta tembló
cuando pudo encontrarla.
Ella a sus brazos volvió
por caminos del Sur.
De Buenos Aires morena...
Hay que robarla cantando.
Pájaros ebrios y estrellas
la vienen llamando.
Y las cigarras del viento
le cuelgan su canto.