La moza más linda del barrio orillero,
Bonita y con fama de alegre y coqueta,
Que fue la querida de aquel guitarrero
Matón y biabista, cantor y poeta.
Tristemente evoca el recuerdo querido
De amores lejanos y triunfos fugaces,
Es que ella no ignora que tuvo un marido
Que fue, entre los guapos, el as de los ases.
El as porque nunca en los entreveros
Lo vieron los taitas ponerse amarillo,
Se dio todo entero y su ágil visteada
Remató en la marca de su fiel cuchillo.
Y cuando cantaba, más bien parecía
Su canto una airada protesta de pena,
A la novia mala, que no lo quería,
Y a su madrecita, viejcita y buena.
El destino ingrato, que no tuvo halago
Para su existencia ruin y atravesada,
Tradicionalmente se creyó un rezago
De gaucho bandido, perseguido y paria.
Por eso en las noches templadas de luna
Pulsó su vigüela bajo el emparrado
Y en una milonga deshojó, una a una,
Las rosas marchitas del viejo pasado.
Por eso la viola ya no es en la pieza
Nada más que un mueble que adorna lujoso.
Su dueño, una noche, en gaucha proeza
Cayó bajo el plomo mortal de un bufoso.
Por eso la moza del barrio orillero,
Bonita y con fama de alegre y coqueta,
Recuerda a su guapo, aquel guitarrero,
Cantor y biabista, matón y poeta.