Hay algo en la casa que dice de todo
lo que fuera tuyo y que ya no es,
hay algo que vaga por las piezas tristes
desde que te fuiste para no volver.
Parece que siempre está tu recuerdo
obstinadamente persiguiéndonos
tu visión, a veces, se enmarca en la puerta
a la luz incierta de alguna oración.
Mamá,
la dulce voz del recuerdo.
Mamá,
palabra de devoción,
y hoy la decimos tan tristes
que el alma se viste
de desolación,
los pibes lloran y olvidan
los hombres no olvidan
ni lloran, señor.
Mi vida de pobre muchacho bohemio
que hace su vida de loco y cantor
hoy tiene el amable recuerdo a esos días
en que parecía que era nuestro el sol.
Cuando vos, la buena madrecita santa,
bendecías todo con sólo mirar
hoy estamos tristes y en el pensamiento
el convencimiento que no volverás.
¿Y tu voz?, la dulce vocecita amiga
está en el oído, tan clara y cabal,
que a veces parece que nos han llamado
y nos ha engañado la idea fatal.
Te soñamos siempre, madrecita nuestra,
recordamos siempre tu menor acción,
tu visión, a veces, se enmarca en la puerta
a la luz incierta de alguna oración.