Cotorro que alegrabas
las horas de mi vida,
hoy siento que me muero
de angustia y de dolor.
Vivir sin la esperanza
de la mujer querida...
Sentir la herida abierta,
sangrando el corazón.
¡Si aún conserva el piso
la marca de las huellas
que en noches no lejanas
dejaba al taconear!...
Y aún hay en el ambiente
las miradas aquellas
de aquel guapo malevo
que la sacó a bailar.
Entonces en mis ojos
sentí dos lagrimones. ..
Sacando los cuchillos
salimos él y yo.. .
Y cuando me llevaban
seguían los bandoneones
y la mujer aquella
entró al baile y bailó...