Y si ves alguna noche
entre risa y carcajada,
una triste milonguera
de un lujoso cabaret;
acordate que esa pobre
tiene el alma destrozada,
que no baila de alegría
y se ríe sin querer.
Si la ves arrinconada
recordando con tristeza,
las desdichas del pasado,
triste fin de una pasión;
de seguro que en el blanco
mantelado de la mesa,
la visión de su pebete
la consuela en su dolor.
Bailá, bailá, milonguera
que al mundo no le importa
si vos llorarás.
Bailá, bailá, milonguera,
porque mira el encargado
y te puede echar.