(Canción)
El bañado es solo. Un trecho de agua sucia que ni el cielo refleja. Lo aprieta el campo, y se le clavan las estrellas. Quedó allí para siempre, enreda’o entre los camalotes, hundido en los pajonales. Lo salva a veces la belleza de una garza... ¡la garza!... Un asombro de nube entre los juncos.
El tiro resuena en el silencio. Quiebra la tarde. La garza tuerce su cuello como buscando el cielo. Pero cae.
La levanta el garcero, y teñidos de rojo se los lleva el sol.
El bañado queda solo.
Bañado, calla, no muevas el viento,
la garza blanca se va a despertar.
No vaya a volar.
Montón de espuma y de amanecer,
garza rosada que no ha de volver.
No podrá volar.
Un ojo de agua se asoma a mirar,
la garza rosada lo hiere al pasar.
Garcero oculto la vino a matar,
su pluma en sangre empapada está.
Bañado quieto, triste pajonal.
No podrá volar...
No podrá volar...