(Zamba)
Quisiera cantarte, niña,
una copla de rocío
que por mis labios brotara
sangre del corazón mío.
Hoyuelos de tus mejillas,
donde amanece tu día,
dichosos de aquellos labios
que puedan decirte mía.
Niña Isabel,
la del pelo donde duerme la noche,
un sueño hecho de pureza,
de estrellas, luz del rocío.
Isabel de piel morena,
dueña del corazón mío.
Tu caminar encendido
de ensueños y de promesas,
tiene el ritmo de mi zamba
cuando la tarde se aleja.
Un día junto al camino
una copla encontrarás,
si al escucharla sonríes
tu amor tras ella estará.
Isabel, dulce torrente
en la pena de mi río.