¿Por qué no digo lo que pienso?
¿Me llevarán? ¿Me van a llevar si te lo digo?
¿Por qué, por qué, por qué, por qué, por qué, por qué?
¿Por qué pienso lo que digo?
¿Me llevarás? ¿Me vas a llevar si no lo pienso?
Algo ha cambiado en mí,
el rocío nocturno de tus flores en el beso,
la ambientación de mis retornos que se parten
de mis partidas que se vuelven,
algo de alquimia cambia mis cambios, mi proyecto,
por lo menos sé un poquito más qué es lo que no.
Si vuelvo al rocío, ahora en tus pechos,
es por fuerzas subversivas que me operan,
que me abren lo más cuerpo del bloqueo.
Todo ha cambiado en mí,
que te cambia y que me cambias,
oh, milagro, mi manía, mi porfía, mi alegría,
son yo el mismo.
¿Por qué no canto lo que crujo?
Hay bordonas, hay graves situaciones
y hay muchos ayes en la boca del violín.
¿Por qué no escribo lo que hago,
que me hacen, me deshacen, que deshago?
¿Por qué no hago lo que escribo?
¿Por qué no me dejo y te dejo
y no te dejo y me dejo?
¿Por qué corro tras la flecha
y el arquero por la espalda me persigue,
sin espejo, tensa el hilo,
y son yo el mismo?
Soy la nuca de mi proa, nuca de mi proa,
nuca de mi proa, nuca de mi proa,
¿por qué, por qué, por qué, por qué, por qué?
Dame rocío, rocío, dame rocío, otro poco de rocío
para seguir mañana.