La pitada ‘el guardia civil lo pone en hora al pueblo. La gente se recoge en sus casas. Por las calles solas el milico hace su ronda. En un rincón del mostrador, con disimulo se toma una copa. De un trago se la toma. Después sigue. Las noches son siglos. Pita un cigarro y se distrae... ‘que más no sea.
En el pueblo nunca pasa nada. Pasa que él a veces se acuerda de su vivir de antes. Se vino ‘e la campaña porque tiene hijos en edad escolar, y allá anda, de uniforme y lata. Pero él adentro está entero, el hombre que hay en él brilla sin galones. A ése no le pueden mandar. ¡Salú’, hermano!
El milico con su pito
ya les prende los faroles,
noche, noche.
Despierto queda el boliche
envejeciendo en alcoholes,
caña, caña.
Te refalás por el fondo,
bebedor de un trago solo,
milico, milico.
Uniforme que te duele
a vos, que sos como todos,
hombre, hombre.
Que todos te son iguales
si te toca proceder,
hermano, hermano.
En las horas de la ronda
¡si habrá cosas que pensar!
solo, solo.
Levantándose en la noche
perros, gallos y rocíos,
madrugada, madrugada.
En lo que tenés adentro
nadie te puede mandar,
milico, milico.
Lairarai, lararaira...
¡Nadie te puede mandar!