Era un bar solitario en las calles del centro
Ella miraba el humo de un té con hierbabuena
Yo quería vivir lo que había en sus ojos:
vuelos de un ave nómada o de un barco de vela.
Tengo un mundo sagrado, sonriendo me dijo
reino de las palabras de un lenguaje olvidado
donde la tarde bebe el zumo de las moras
y el silencio se limpia cuando cantan los pájaros.
Mundo real
Ella era dueña de un reino
Mundo real
Ella era dueña de un reino
mágico y real.
Tengo un reino sagrado para darte, decía,
como doy el rumor sencillo de los astros.
No te preocupes de nada más, la alegría
es lo que más merecemos y más necesitamos.
Luego me dijo adiós y se fue y esa tarde
no caían gotas de tristeza en los cristales,
sino estrellas diminutas y cohetes alegres
sobre los paraguas de la gente asombrada.
Mundo real
Ella era dueña de un reino
Mundo real
Ella era dueña de un reino
mágico y real.