A ratos de tu cuerpo
brotaba la alegría
iluminaba todo
con la luz de harina.
A ratos la tristeza
brotaba de tu cuerpo
y todo lo anochecen
sombras de fuego.
Por largas avenidas
a ratos caminamos;
dices que un tren oscuro
te anda llamando.
Lumbres enloquecidas
me dices que te llaman
No mires nunca, niña,
pozos sin agua.