Una tarde tranquila, mi amiga
la fiebre que había golpeado mis ojos cesaba.
Un aire azulado, mi amiga, rozaba
mis nervios cansados y el sol se estiraba,
teniendo carámbanos de cera sobre los tejados.
Y tú te dormías mi amiga flotando en los verdes
balcones de la barriada. Una tarde
tranquila, mi amiga te amaba.
Una tarde tranquila, mi amiga
la fiebre que había golpeado mis ojos cesaba.
Un aire azulado, mi amiga, rozaba
mis nervios cansados y el sol se estiraba,
teniendo carámbanos de cera sobre los tejados.
Y tú te dormías mi amiga flotando en los verdes
balcones de la barriada. Una tarde
tranquila, mi amiga te amaba.