Es al ñudo que llore y se arrodille,
que me pida perdón, que la comprenda...
¿No recuerda que un día se lo dije?
¡Yo no sirvo pa’ andar rumiando penas!
Si la china que enlaza mi cariño
se me vuelve más tarde cimarrona...
¡Qué se vaya!, que mi alma no es bordona,
pa’ quejarse llorando un mal amor.
¡Váyase la ingrata! ¡Váyase enseguida!
¡Guárdese los besos que me quiere dar!
Que no supo usarlos pa’ endulzar mi vida.
¡Besos que chasquiaron sólo pa’ engañar!
¡Váyase la ingrata! ¡Váyase le digo!
¡Lárguese ya mismo con su mal querer!
No le tengo pena, no le doy abrigo,
ni por una noche... ¡Aunque sea mujer!
Es al ñudo que jure y se arrepienta,
que retuerza sus manos contra el pecho.
Si no supo cumplir con su promesa,
¡No pretenda que yo le dé más tiempo!
Se lo dije de entrada, ¿no recuerda?,
que apenitas torciera su camino
se me fuera de aquí por donde vino,
lo sabía de sobra y lo olvidó.