No te asombres porque he vuelto,
ni me mires asustada.
Lo pensé tranquilamente,
antes de volver aquí.
Y aunque estoy en mi derecho,
no he venido a hacerte nada,
nada más que a preguntarte,
¡qué tenés que hablar de mi!
Vos sabes que yo no he sido,
ni cobarde, ni malvado,
sin embargo todos hablan
de lo que yo nunca fui.
Y lo peor, lo más terrible,
lo que me tiene amargado,
es que seas vos quien siembra
lo que dicen por ahí.
Quién te puede haber querido
tanto, tanto como yo.
Vos sabés lo que yo hice
para hundirme en el olvido
por tu amor, tu mal amor.
Si te queda un resto de alma,
por lo mucho que sufrí,
contestame francamente,
cara a cara, así de frente,
¡qué tenés que hablar de mi!
Sin embargo vos has hecho
de que todos me creyeran
el cobarde y el malvado
que sabés que nunca fui.
Yo tendría que vengarme
y que todos lo supieran,
pero yo no puedo hacerte
lo que vos me has hecho a mi.
Yo me fui y a nadie dije,
lo que hubo entre nosotros.
Yo sabía el bien que hacia,
para mi y para vos.
Porque la desgracia de unos,
es la risa de los otros,
y yo no quise que nadie
se burlara de los dos.