Me sorprendió que te fueras,
y nada más,
y me encerré en un silencio,
en un amargo silencio
que fue, quizás,
donde nació mi tormento.
Porque la pena que tarda
para llegar,
es la más cruel de las penas.
Habré pasado callado,
para gritar
lo que se quiere olvidar.
Y ya no puedo con mi soledad,
porque te quiero cada día más.
Acobardado, desorientado,
con esta vida sin color, perdida.
Oigo tus pasos donde ya no están,
busco tus manos y en mi loco afán,
atormentado, desesperado,
sólo me importa que te quiero más.
Aunque presiento y pregunto
por que razón
debo vivir como vivo.
Es un pedazo de angustia
mi corazón
que ya no piensa conmigo.
Empecinado en su pena,
sin tu calor
siento que estás dentro mío,
como una herida mordida
por el dolor,
como la cruz de este amor.