Estás aquí, rondando
mi soledad, mi mente;
y aunque estoy tratando
desesperadamente
de no pensar en ti,
vuelven tu voz, tus ojos,
tocan mi piel, tus manos,
y aunque son fantasmas
los siento tan humanos,
que viven para mí.
Es mi tormento
un poco menos que locura,
es mi tortura
un poco menos que morir.
Es una culpa
que estoy pagando con la vida,
un desangrarme sin herida,
en un sufrir, sufrir, sufrir.
Estás aquí, rondando,
te veo andar, sin verte,
y llorar, llorando,
por la agonía y muerte
de tanto, tanto amor.
Hoy es mi cruz, la tuya,
tal vez peor, más grande;
una cruz de angustia
que te di, cobarde,
y hoy llevo por los dos.