Vivías en un barrio pintado por la luna,
llevabas en tus oujos cansancio de llorar.
Te vi, me pareciste más triste que ninguna,
tan pobre como el barrio, tan buena como el pan.
Los muros de tus calles nos vieron de la mano,
las noches del otoño supieron nuestro amor.
Amor sin juramentos, amor de sueños vanos;
piedad por tu pobreza, piedad por tu dolor.
El invierno llegó y no volviste
a la esquina lejana de siempre.
Te esperé, te esperé inútilmente
y allí mismo tal vez te olvidé.
No guardé ni el rencor de tu ausencia,
no aprendí ni siquiera tu nombre,
y me fui de la esquina esa noche
sin saber si algún día te amé.
Tal vez tus ojos grandes se helaron en silencio.
Tal vez tuviste miedo de amarme, no lo sé.
Después busqué tu jaula de pajarito enfermo,
después volví a tus calles y nunca te encontré.
Hoy llegas del olvido con tu cabeza rubia;
la noche está en silencio, te evoco sin querer.
Me asomo a la ventana y envuelto por la lluvia
para quedar tranquilo, me miento que te amé.