Como cien estrellas que jamás se apagan,
brillan tus recuerdos en mi corazón.
Ellos me regalan la ilusión del alba
en la noche triste de mi cerrazón.
Me cubrió los ojos un borrón de niebla,
me perdí en las sombras oyendo tu voz
y en la soledad de mis tinieblas,
sólo me acompaña tu adiós.
Mis ojos,
mis ojos se durmieron
cuando era tu amor,
el dulce rumor
de un canto sereno.
Mis ojos...
que nunca, nunca, nunca
habrán de verte,
sin poderlo remediar...
se esconden para llorar.
Eran mis pupilas como dos espejos
donde se miraba tu felicidad.
Castigó la noche. Se quedaron ciegos.
Y quedó en la sombra quebrado el cristal.
Vuelven tus palabras con la voz del viento.
Ilusión amarga que me hace pensar,
que hoy me encuentro sola, que estoy lejos...
que sólo te puedo llorar.