Playas del fracaso conquisté en su olvido,
me enredó a los vientos de su mal amor;
en medio de angustias ahogué mis gemidos
y en otros amores curé mi dolor.
Se quebró el encanto de mis ilusiones,
el mejor amigo me jugó traición,
pero con el ruido de otras diversiones
aturdí las penas de mi corazón.
Ocultá tu rencor,
escondé tu penar;
hacé como hice yo
que en mi propio dolor
encontré la esperanza.
Olvidar es vivir,
perdonar es querer
y es mejor buscar la fe en el porvenir
que andar penando por las huellas del ayer.
Aprendí a los tumbos que la marcha es dura,
me curtí de ausencias y la perdoné.
Sueños de horizontes restan amargura,
cantos de esperanza entonan la fe.
Y por eso, cuando me dejó el destino
aplastao de pena, roto en mi ambición,
entregué mis pasos al sol del camino
sin más compañero que mi corazón.