Contemplando las tardes
a la sombra del rancho,
parecieras un alma
que se ha puesto a fumar.
Arrugada la cara,
retorcidos los dedos,
desteñidos los ojos
de mirar y mirar.
Tu Jacinta descansa
en la casa del cielo,
tus muchachos son hombres
y los hombres se van...
Sólo quedan tus huesos
sosteniendo recuerdos,
y sobando correas,
y esperando el final.
¡Gaucho viejo!...
Quién te viera,
como entonces china en anca,
veinte abriles y un amor.
¡Quién te viera!...
Surco, reja, pan y mate,
potro, lonja, tropa y huella,
puro brazo y corazón.
¡Gaucho viejo!...
Por las leguas,
vientos Pampas se frotaron
contra el barro de tu piel.
¡Gaucho viejo!...
Tiempos duros,
soles fuertes,
y las frías noches largas,
dibujaron tu vejez.