Yo soy como siempre, yo nunca cambié,
mi ropa es la de antes, mi vida también.
Por eso, de pronto, me cuesta creer
que seas la misma, la misma de ayer.
Parece mentira que todo de un golpe se pueda romper,
Parece mentira que el sueño más puro nos quiebre la fe,
Te miro y no sé, me cuesta creer,
que seas la misma que quise una vez.
Son tus ojos, dos luceros,
dos abrojos hechiceros,
dos abrojos de luz que se queman
en la noche de mi corazón.
Son mis penas cien tormentas.
Son mis penas cien condenas,
cien condenas de horror que encadenan
mi vida perdida detrás de tu amor.
Tu calle es la misma, tu esquina también,
las noches del barrio, las mismas de ayer.
La luna es la misma que vimos los dos,
colgada en la punta de aquel callejón.
Si todo es como antes, si nada ha cambiado, si todo es igual,
parece mentira que sólo tu vida pudiera cambiar.
Te miro y no sé, me cuesta creer,
que seas la misma que quise una vez.