El sol y el atardecer
eran mis ojos al despertar
en cuna de dulce miel
tendía mi mama su trátala
cantando tapó mi piel
para que el viento me hiciera andar.
En mi niñez
sembrada de guitarras
me iba con un sonido
que en un silencio guardaba.
La luna con su esplendor
tocaba lejos una canción.
De aquel ayer
de música temprana
regaron sobre mi sangre
las voces de la esperanza.
Astilla y cadencia soy
en los latidos del corazón.
Me dice el amanecer
dame tu sueño Carabajal,
el día ya es un violín
y nos espera junto al canal
los duendes de la oración
con los recuerdos regresarán.
Saber que soy
un hijo de esta tierra
me puede mentar memoria
que bailan la chacarera.
Las hebras de mi canción
buscan la sombra de algún cantor.
Así vivir
humilde como el árbol
templando con los frutos
que me dejaron los años.
Astilla y cadencia soy
en los latidos del corazón.