¿Qué hay delante de la vida,
por detrás de la muerte,
al lado del amor?
¿Qué hay, qué hay en una sonrisa,
qué hay en una hoja escrita,
qué hay en un reloj?
Lo cotidiano se agiganta ante los ojos,
o es que los ojos se hacen grandes para verlo,
de los participantes en la historia,
de los que tuvieron la acción entre los dedos.
La gente como yo que por entonces
no vivía aún, o que era niña o niño aún,
quiere saber qué olor tenía la ropa limpia,
qué se sintió en los dientes y cómo se sudó.