Dame mi voz que ya me voy
y tengo que decir adiós.
Qué fácil se estaba aquí
así como si nada, sentados,
como sin años en la frente,
como sin tiempo en las ojeras,
como sin libros,
entre sueños de barro.
Dame mi voz para cantar
que se me escapan las razones.
Qué fuerza las llevará al borde
de este siglo tremendo
a los destierros de palabra,
a los suicidios de caminos,
a los inviernos en la mente.
Dame mi voz que ya me voy
a caminar por las verdades
fuera de la sombra,
de la bonanza y el grito aplazado
como un madero sin silencio,
como un verano sin estampas,
como una idea en vez de sangre.