Aquí estoy, ya me ves,
no soy el mismo de antes,
no sé si he cambiando bastante
como para que no me puedas ya reconocer.
Ya me ves,
algo queda aún de aquel caminante,
el de la mirada distante,
el de los sueños y la fiebre a flor de piel.
En la medida en que
algo dentro de mí se ha muerto,
algo empezó a vivir.
Pero tampoco es menos cierto
que para seguir
lo nuevo nace lo de lo viejo
y algo queda en mí
de lo que fui.
Así estamos, ya ves,
sumergidos en la vida cambiante,
en su movimiento constante
y nada se le escapa al tiempo en su correr.
Así es, a saber:
no existe nada inmutable
y así mañana no es lo mismo
que fue ayer.