Cuando te me fui a acercar
¡poh! tropecé,
y cuando ya te fui a hablar
estornudé.
Alguien pasó por detrás
y me empujó.
Yo te traía una flor,
se me cayó.
Pero me queda mi canción
-aun así me queda mi canción-
a pesar de mi mala suerte.
Y esa es una buena razón
-una magnífica razón-
para estar vivo simplemente.
Para sentir, para soñar
y amar.
Y te canté una canción,
me equivoqué.
Creí que te iba a gustar,
desafiné.
Pero me queda corazón
-aun así me queda corazón-
a pesar de mi mala suerte.
Y esa es una buena razón
-una magnífica razón-
para estar vivo simplemente.
Para sentir, para soñar
y amar.
Quise seguir la canción,
se me olvidó:
lalaralelo lolá…