(Huapango)
A la sombra de un gran árbol
me fui una noche a olvidar
el dolor de mi partida,
lo triste de tu mirar, ay, ay, ay.
Un lamento yo sentí
acompañando mi pena,
entonces yo comprendí
cómo es la tristeza ajena, ay, ay, ay.
Hay un árbol solitario
donde el sollozo de un hombre
le dejó por varios siglos
el dibujo de su nombre.
Por eso todos le dicen
el árbol de la noche triste.
A la sombra del gran árbol,
a la sombra que está sola,
cuentan que en noche de luna
los amantes se atesoran, ay, ay, ay.
Y el tesoro de su amor
lo guardan ya sin temores.
A la sombra del gran árbol
se olvidarán los rencores, ay, ay, ay.