Hay muy cerca de la playa
una casita de madera
rodeada de unos pinos
y envuelta en enredadera.
En esa humilde casita
que nunca olvidaré
sentí el cantar de las olas
y la voz del que adoré.
Triste fue la despedida
aquella tarde de invierno.
Se fue en un barco muy grande
a cumplir su deber de chileno.
Tarde a tarde contemplo
rodar las olas en la arena,
mas nunca diviso el barco
que se llevó mi esperanza.