Se olvidaron de la patria,
del hermano, del amigo.
Se olvidaron de las madres
y mostraron su cuchillo.
¿A quién pregunto, señor,
por qué está manchado el trigo
si en la mina El Salvador
mataron a sus amigos?
Ellos estaban solos
en ese norte vacío,
reclamando por su pan
tan amargo, tan mendigo,
cuando un viento traicionero
apretaba los gatillos.
Ay, mina de El Salvador.
¡es de sangre mi dolor!
Se olvidaron de la patria,
se olvidaron de los niños.
Dispararon a la espalda
de un pueblo que no es cautivo.
¿A quién pregunto, señor,
por qué el viento enfurecido
cambió la vida en traición
en la mitad del camino?
Se olvidaron que una tarde
un hijo cayó tendido
en laguna del desierto
tiñendo de sangre el río
y el pueblo gritó angustiado
reclamando por el hijo.
Ay, mina de El Salvador,
te mataron a traición.