(Trote)
De tus ojitos llorosos
al suelo cayeron perlas:
¡con toda fuerza
maldigo al causante de tu pena!
Aprende a leer en mis ojos
lo que con ellos te digo:
que yo leo en los tuyos,
ay, tu deprecio, mi castigo.
Hay quien envidia mi suerte
sin saber lo que padezco.
No hay perdón para tu engaño
ni consuelo a mi tormento.
A la pampa yo me voy
a buscar la soledad.
Negrita, adiós, adiós,
no me vengas a buscar,
¡ay, no me vengas a buscar!