El niño Jesús nació
en el portal de Belén,
la estrella de sumo bien
a los Magos le’ alumbró.
El mundo resplandeció
con pitos y panderetas,
bajaron siete cometas
a ver este nacimiento,
los altos del firmamento
que abrieron para la fiesta.
Los fieles del Redentor
acuden muy presurosos
a presenciar el hermoso
regalo del gran Señor.
Adiós a nuestro dolor,
válganos la penitencia,
hagamos la reverencia
en este humilde portal
porque envuelto en un pañal
vino Dios a la existencia.
Gloriosa la noche aquella
cuando la Virgen sufrió
y al mundo un hijo le dio
más claro que una centella.
Bajáronse las estrellas,
cantaron los pajaritos,
sabiendo que Jesucristo
venido a cristianizarlos
y por amor a salvarlos
con su dolor infinito.
Ahí está la Virgen pura
al lado de San José,
con el niñito son tres,
se miran con gran ternura.
No ha habío ni habrá dulzura
más grande en intensidad
que la de la Navidad
cuando bajó de los cielos
a darnos su gran consuelo
el Dios de la cristiandad.