Un general traicionero
rompió la constitución.
El pueblo estaba sin armas
y por eso no peleó.
Cincuenta mil son los muertos
los cuatro primeros meses,
sin contar, naturalmente,
con los que desaparecen.
Y aquel que nos gobernaba
cayó peleando valiente,
le tiraban con cañones,
pues querían darle muerte.
Con la metralla en la mano
y casco de protección
les dio la guerra y de frente
el valiente Salvador.
De esta matanza inhumana
se aprenderá una lección:
Con militares traidores
yo no hago la conscripción.
Ya se han cumplido tres años
de esta traición sin igual,
y si no estamos unidos
otros tres van a pasar.
Y con ésta me despido,
ya me voy con mis pesares.
¡A luchar todos unidos
contra cuatro generales!