Las naranjas, cha, cha, cha,
las manzanas, cha, cha, cha,
las frutillas, cha, cha, cha,
apretadas, cha, cha, cha..
“Aquí estamos, apretados,
en este bus de madera”
una guinda gorda y roja
se quejaba en la frutera.
“Vivo esperando a los niños
que regresen de la escuela,
me van a sacar de encima
a la señora ciruela”.
“Nadie mira dónde pisa,
igualito que Colón”,
se lamenta una perita
que la apretaba un melón.
La banana, hoy derecha,
dice sin preocupación:
“Yo tengo abrigo amarillo,
me sirve de protección”.
La piña, qué gran señora
se quiere hacer la liviana,
no hay nadie que la soporte,
ni siquiera la manzana.
Las naranjas, los limones,
pobres, están acostumbrados
a aguantar a estos vecinos
que son tan maleducados.