Recuerdo cuando era niño
a mi padre caminando,
volviendo entrada la noche
del trabajo, fatigado.
Recuerdos, bellos recuerdos,
de mi viejo tengo yo.
Lo recuerdo en el andén,
brillante chaqueta ‘e cuero,
maquinista de la tierra,
fogonero de los cielos.
Cuando le tocaba noche
volvía de madrugada,
su pelo lleno de estrellas
mi ventana despertaba.
Su presencia militante
le clavó muchas espinas,
relegado por los montes
fue a curarse sus heridas.
El humo de aquellos trenes,
el tiempo de la estación,
me lo traen al recuerdo
y el recuerdo hace canción.
Quisiera darle las gracias
por lo que a mí me enseñó:
que la justicia es el pueblo,
que la mujer el amor.