El tiempo que va pasando,
la historia de lo vivido,
aquello que está presente,
todo lo que se ha perdido
me hacen pedir un segundo
para mirar el camino.
Ayer conocí el amor
en tu joven primavera,
luego estaban los dos hijos
con sus sonrisas tan tiernas,
pero el tiempo no perdona
al que entra en esta carrera,
fue tan grande tu silencio,
para mí fue gran condena.
Pero un día, caminando,
por nuestra hermosa Alameda
vi que venían en contra
miles de metrallas negras
que pisoteaban las flores,
que encarcelaban la ciencia,
por recoger un jilguero
fui apresado y con sentencia.
Ahora que estoy de vuelta,
como nacido de nuevo,
ando amando al ser humano,
a la estrella y al lucero,
buscando en ellos la fuerza
para hablar de nuestros pueblos;
es el camino elegido
y por él me voy derecho.