Sólo un cantor de medianoche
puede cantarle a las estrellas
y sólo un pueblo que lucha
podrá enderezar su senda.
Sólo una loica que canta
sus penas de pecho rojo
conoce a los cazadores
desde lo alto y de reojo.
Igual que el sol alumbrará
esta patria que comienza,
hay que sembrar y cosechar
y hacer del trigo un caudal.
Sólo el surco del sembra’o
sabe cuidar la semilla,
así mismo nuestro pueblo
sabrá cuidar su conquista.
Nunca se lamenta el roble
cuando lo van a cortar
porque sabe que a su muerte
muchos robles nacerán.