Oigo mil voces que dicen
calla, no vale la pena,
que no quiero tus canciones,
vamos a cambiar de tema.
Caen las filosofías
y los muros de cemento,
los puños y las banderas
y todo el mundo contento.
Ay, huararé, huararé y huararé,
que yo ya tengo también mi huararé.
Quédate tranquilo en casa,
no hay motivo pa’ cantar.
Con esta rueda ’e carreta
yo no quiero comulgar.
Muertos de frío Rumania,
mueren por droga en Berlín,
comiendo de vez en cuando
los cesantes en Madrid.
Y me dices que no cante,
que no hay nada que decir,
que son pobres porque flojos
y que de algo hay que morir.
Que en esta vida el más fuerte
sólo podrá resistir
que la dignidad no existe,
que la libertad es así.
Yo antes de quitar la tierra
voy a seguir molestando
amargándole el banquete
y el discurso con mis cantos.