¿Hasta cuándo, compañero,
va a quejarse de la vida?
¿No ha visto caer la noche,
no ve florecer el día?
¿o no le parece grande
ver a la mata crecí’a?
Abra de una vez la puerta,
ponga los pies en la tierra,
y fíjese en la montaña,
descubra lo que ella encierra,
que no hemos venido aquí
para contarnos miseria.
Feliz el que tiene mano,
pa’ templar una guitarra,
el que se ha doma’o solo
con la paciencia y la calma,
que tiene el sol y la luna
que dan y no esperan nada.
No pretendo ser profeta
cuando canto mi canción,
pero pido que me escuchen,
verán que tengo razón.
El hombre se pone malo
en la vida sin amor.