Todo el coraje del mundo,
como una marca de fuego,
necesita la mujer cuando
está en el cautiverio.
La Julia sí que lo tuvo
al parir en ese infierno.
A medianoche se acerca
una voz joven que grita:
”Mi mamá está con dolores,
una ayuda necesita”.
Dos mujeres se levantan
a calentar el agüita.
Nadie se viste de blanco
pa’ recibir al cristiano
que nace en la cárcel grande
que ha inaugura’o el tirano.
La Julia meta sollozo
por dolor y por espanto.
Cuando está el chiquillo afuera,
las mujeres celebrando,
se oye una voz que les dice:
”La fiesta no ha termina’o”,
”Son mellizos”, gritó otra,
”y juera el segundo cabro”.
Cuánto dolor se acumula
en el alma, en las entrañas,
cuando siglos de injusticia
con una mujer se ensaña.
La justicia tarda a veces
pero llega Julia y nunca falla.