Me gusta ver cuando llueve,
pelearse a los nubarrones,
mirar como se enamoran,
las gotas en los terrones.
Me gusta prender el fuego,
y poner leche a mi cita,
pa’ que se quemen los troncos
hasta que se hagan cenizas.
No me gustan los recuerdos
que trae la tempestad:
muerte, dolor, malos trancos
que a veces tuve que dar.
Tampoco me gusta el río
que arrastra con el sembra’o
que aunque no me pertenece
mis años le he dedica’o.
Yo que no tengo caballo
ni perro para silbar,
mejor que mire la lluvia
para poder olvidar.
Si acaso en la madrugada
me despierto de improviso,
si ha llegado la bonanza
salgo a buscar un camino.
Me gustan y no me gustan
los versos que da la vida,
la noche no entrega nunca
camino de amanecida.