(Parabién)
Dos veces te vi, mujer,
con una sola bastó
pa’ que yo te conociera,
pa’ te diera mi amor.
Sólo pedí una mirada,
la recuerdo con dolor.
No me gusta resignarme
a recibir lo que den,
necesito lo que es tuyo,
como el agua pa’ beber,
como necesita el ciego
de sus ojos para ver.
Me veo pensando en sueños
en tus manos y en tu pelo,
en tu sonrisa, mujer,
y con ella me desvelo.
Será que te estoy amando,
cuando me duermo te sueño.
Quisiera encontrar tu pecho
y con mis manos poder
darte la tierra y el fuego,
el algarrobo y clavel,
y gritar frente a tu cuerpo:
Te estoy queriendo, mujer.
Pero todas las palabras
son como el aire, señor;
tendré que cantar cien años,
darle a la lluvia un color.
Y ella estará mirando
justito donde no estoy.