La luna le pidió al agua
un espejito presta’o
para mirarse la cara
que se la había lava’o.
El agua le dijo “sí,
pero debes devolverlo,
que ese espejo pertenece
a un fabricante de sueños”.
“Él sólo a mí lo presta
porque lo devuelvo entero
cuando el viento se descansa
y termina con sus juegos”.
“Toma, lunita lavada,
aquí te entrego el espejo,
no olvides que pertenece
a un fabricante de sueños”.