Todo el amor, todo el amor,
todo el amor ella lo dio.
Cuarenta y ocho kilómetros
por los cerros se arrastró
sin una gota de agua,
por alimento el amor.
Dos días, noches y estrellas,
que alumbraban su dolor
un poco de camanchaca
aumentaba su pasión.
Salitrera abandonada,
desierto y desolación.
Por encontrar a su hombre
caminó y caminó.
La sal reseca la tierra
y la piel se cae al sol.
A ella nada le importa,
ésta es su prueba de amor.
”Mujer como éstas hay pocas”,
el desierto confesó,
”a mí no me gana nadie,
pero ella me venció”.
Mujer cautiva en Pisagua,
cautiva de su verdad,
le trajo a su compañero
un poco de libertad.