Es fiesta mayor en Palos,
gaitas, tambores, matracas,
mendigos, cacos, lisiados,
por doquier reina alharaca.
Pues, los hermanos Pinzones,
que son unos marineros,
aportaron tres galeones
de velas y jarcias llenos.
Para Cristóbal Colón,
viejo y tenaz bucanero
que les metió la ilusión
de encontrar un mundo nuevo.
En el puerto las tres naves,
meciéndose en suaves rizos,
sienten lejanas rompientes
con tentaciones de abismos.
Ya llegan los tripulantes,
besos de adioses y gritos,
tienen algunos semblantes
de salir de los presidios.
Cargan acopios sobrados
para seis meses o un año,
quesos, cebollas, bizcochos,
aceite, vino y pescado.
Llevan también platos rotos
por orden del almirante,
cuentas de vidrio, abalorios,
panderetas y retales.
Los cien bizarros marinos
tiemblan cual si tres mamones:
¡Dejan mujeres e hijos
y sus seguras prisiones
para abordar lo insondable,
el negro e ignoto infinito
donde el mar cesa y se abre
un infernal precipicio!
Al ascender la marea,
el mar, su señor antiguo,
en los brazos de las olas
se los lleva compulsivo.
Cristóbal Colón:
Así que después de haber expulsado de vuestros reinos a los moros y a los judíos, en el mismo mes me enviaron Vuestras Altezas a mí, con armada suficiente, para emprender las partidas de India. Y para ello decidieron que en adelante yo me llamase Don y fuese Almirante Mayor de la Mar Océana y Virrey y Gobernador Perpetuo de todas las Islas y Tierra Firme.