¡Cuán dulce en este día de paz,
de todos el mejor,
dejar mis cuitas, y pensar
en Cristo y en su amor!
¡Cuán dulce en oración pedir:
"Perdona, oh Dios, mí mal";
cual hijo a Jehová llamar
"mi Padre celestial"!
¡Cuán dulce es escuchar la vo
zde quien enjugará
el llanto de la confesión
y al alma limpiará!
Y cuando en lucha contra mí
el enemigo esté,
del que conoce el corazón
la gracia yo tendré.