De mi amante Salvador
cantaré el inmenso amor;
gloriaréme en el favor de Jesús.
De tinieblas me llamó,
de cadenas me libró,
de la muerte me salvó, mi Jesús.
Coro:
¡Mi Jesús! ¡Mi Jesús!
¡Cuán precioso es el nombre de Jesús!
Con su sangre me limpió,
de su gozo me llenó,
de su vida me dotó, mi Jesús.
¡Oh, qué triste condición
de mi impío corazón!
Lo salvó de perdición mi Jesús.
Mi pecado perdonó,
de la ruina me salvó,
de la angustia me sacó mi Jesús.
Por el mundo al vagar,
solitario, sin hogar,
ignoraba el amor de Jesús.
Mas las lágrimas de ayer
han pasado, y hoy placer
ya comienzo a tener en Jesús.
De lo falso a la verdad,
de lo impuro a santidad,
ya me trajo la bondad de Jesús.
Y hecho fuerte en la virtud
de su perennal salud,
himnos doy de gratitud a Jesús.