"El pan de vida soy", dice el Señor;
"ven, alma hambrienta, ahora al Salvador;
hambre jamás tendrá quien viene a mi sed nunca sentirá quien cree en mí".
Vertiste tú por mí, buen Salvador,
tu sangré, en prueba de tu santo amor. Cristo, hazme recordar tu gran dolor;
y aprecie yo tu amor y salvación.
la deuda de tu amor la siento en mí;
te entrego a ti mi ser, mi corazón. ¡Loor a ti, Señor, y bendición!