¡Oh día delicioso
de gozo, amor y paz;
de llantos y pesares
el bálsamo eficaz!
En ti, postrados ante
su trono celestial,
cantamos: "¡Santo, santo!",
loando al Eternal.
Seguro puerto eres
en toda tempestad,
jardín do corren ríos
de luz y santidad.
Divina fuente eres
en yermo terrenal,
la cumbre de donde vemos
la patria celestial.
Tus horas son sagradas,
de santa reflexión,
en que del mundo al cielo
se eleva la afección;
sacando gracias nuevas
de ti al reposar,
tu plenitud buscamos
en nuestro eterno hogar.